Además de la playa, las piscinas son las grandes aliadas frente a los días de calor y, por supuesto, sinónimo de descanso y disfrute durante el verano. Sin embargo, no podemos olvidar que no todo es de color de rosa y que hay que tener en cuenta algunos riesgos que nos pueden jugar una mala pasada. Estos pueden variar desde que alguien sufra un accidente con repercusiones económicas, averías en las instalaciones o incluso actos vandálicos, hasta la posibilidad de que ocurra algún episodio atmosférico adverso y nuestra piscina se vea severamente afectada.
Por esta razón es tan importante contar con las medidas suficientes para prevenir cualquier tipo de accidente o desperfecto, a través de un buen mantenimiento de la piscina y del recinto, así como de los diversos elementos de seguridad como vallas, o incluso un kit de primeros auxilios o botiquín. Si bien es cierto que cada Comunidad Autónoma cuenta con sus leyes específicas sobre piscinas dentro de comunidades de vecinos o urbanizaciones (como la contratación de socorristas), sí que se exige a todas ellas unas condiciones mínimas de salubridad y conservación de la piscina, así como la adecuación de los niveles de cloro y PH del agua.
Además de todas las medidas de seguridad, lo cierto es que resulta muy conveniente la contratación de un seguro. Si nuestra piscina es privada y es parte solo de nuestra vivienda, normalmente será nuestra póliza de hogar la que se encargue de asegurarla. Por otro lado, y en el caso de las piscinas comunitarias, al ser varias personas los propietarios, lo más recomendable será contar con la protección de una cobertura de responsabilidad civil.
En cualquier caso, las necesidades y circunstancias de cada persona o propietario son un mundo, por. lo que nuestra recomendación es acudir a nuestro corredor de seguros y dejarnos asesorar por él para salir de toda duda.
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